diciembre 16, 2012

Brujería VI


VI

Él tenía potencial, se repetía una y otra vez la joven y tímida bruja para excusarse sus acciones, podría convertirse en un mago poderoso, aunque carente de sentido común, algún día y su bondad le permitiría ser diferente a los demás magos que había conocido.

Era bueno, no era mal parecido, tenía paciencia y parecía ser muy amistoso. No, no podía pensar así, no era algo que hiciera por ella misma, era algo que hacía por no dejar que alguien desperdiciara su potencial mágico.

Se encontró frotándose ambas manos, mirando constantemente a la entrada a ver si venía pero nada. El ocaso era hermoso y tintes naranjas y rojos se habían apropiado de todas las cosas, eso le resultaba relajante en parte y sentía una calma increíble al ver a las personas pasearse con sus amigos o sus parejas…acompañadas.

—Es agradable ver salir a las personas ¿no? —una voz molesta, tormentosa, familiar, le sacó del trance y la melancolía que le provocaban las personas.

—Un poco —concedió sin pensarlo dos veces.

—Al menos en eso nos entendemos —Carlos se sentó a su lado.

Estaban frente a la escuela, cruzando la calle, ella parada y el sentado a la orilla de la banqueta con total tranquilidad mientras que los olores de la hierba de los parques cercanos y el ruido de las pláticas llenaba el ambiente de indescriptible alegría. Alegría que no era parte del mundo de Dalia.

—A quien esperas —preguntó el muchacho, inquisitivo como siempre.

“A ti” quisieron decir sus labios pero logró tragarse las palabras, era un hecho que no estaba interesada en él y por tanto no quería dar la idea equivocada.

—Yo… —¿por qué era tan difícil? Siempre hablaba con clientes— gracias por ayudarme a ir a mi casa el otro día, estoy en problemas y probablemente no pueda asistir más a ésta escuela pero…por eso quería agradecerte el día de hoy.

—¡¿Qué?! —él explotó, entre molesto y sorprendido— ¿No te dejaran seguir?

—Hasta que se presenten mis padres o tutor y yo estoy sola, no tengo quien responda por mi —explicó—Estoy acostumbrada.

—Lo lamento —dijo él apretando con fuerza sus puños, como si quisiera hacer penitencia lastimándose a si mismo— no puedo hacer nada por ti.

—No es tu culpa —ella sacudió la cabeza— solo tengo que inventarme otra identidad e irme de aquí, aunque creo que me quedaré un tiempo.

—Me alegra saber que te quedaras —ese comentario la sorprendió, lo sintió como un golpe que le sacaba el aire— así podremos conocernos mejor.
—¡Carlos! —un hombre ruidoso, de aspecto confiado y prepotente, se acercó jalando a una chica, pequeña, morena, de cabello marrón extremadamente corto.

—¿Qué paso? —preguntó con calma— ¿Ese milagro que David, conquistador de tierras inexploradas me dirija la palabra a mi, un pobre plebeyo en el arte de la conquista?

—No lo haces tan mal —se burló David mientras miraba de reojo, no tan discretamente cómo el creía, a Dalia.

—¿De que hablan? —preguntó la muchacha desconocida.

—Cosas de hombres —cortó David— No nos conocemos ¿o sí? ¿Delia?

—Dalia —la bruja corrigió a David severamente.

—¡Lo siento mucho! —David se tornó del color de un jitomate y Carlos se burló sonoramente de él pues conocía a su amigo y sabía que era incapaz de ofender a nadie, aunque fuera por error.

—Ella es Stephanie, mi novia —David presentó a la chica a la que sostenía la mano.

—Mucho gusto —contestó Dalia.

—Mucho gusto —contestó la otra chica, algo incomodada por la seriedad de la otra chica.

—ya que todos fueron educados, el placer es mio —Carlos sonrió con solo la mitad de la boca y estrecho con exceso de solemnidad la mano de Stephanie.

—¿Podrían…—Dalia intentaba decir algo— prestarme un momento a Carlos?

—Claro, todo tuyo —David dio un codazo a Carlos y salió corriendo junto a la chica— Hasta mañana.

Salieron corriendo nuevamente, felices cómo solo las parejas lo son cuando creen haber encontrado a su otra mitad. Normalmente alcanzan esa felicidad mintiéndose, diciéndose que la otra persona es su ideal.

—¿A qué se debe eso? —preguntó Carlos— ¿No te agradan?

—No lo sé, no los conozco —contestó la bruja cortante— necesitaría tratarlos más y no estoy dispuesta a hacerlo.

—Ya lo noto —Carlos metió ambas manos a sus bolsas— ¿Para qué me necesitas? No me molesta estar contigo pero sonó que era algo importante.

—Lo es —fue la única respuesta que obtuvo de la bruja— Solo tenemos que ir a un lugar más despejado ¿Te gusta el parque que está por aquí?


—Me parece bien —el muchacho avanzó— vamos.

Caminaron en silencio, sin separarse mucho uno del otro, con una cara tensa debido a toda la gama de pensamientos que pasaban por sus mentes siendo que cada uno estaba sufriendo de un misterio en particular.

Carlos se preguntaba que era lo que pretendía Dalia, si eso estaba relacionado con lo que había ocurrido con Sofía y deseaba que ella le dijera algo importante y no solo quisiera pasar el tiempo, temía perderla como temía perder a cualquier persona que conocía.

Dalia por su parte se enfrentaba a un enigma más sutil, no sabía cómo tratar ese tipo de situaciones y por alguna u otra razón no podía controlarse tan bien como lo hacía con los hechizos. Podía dominar demonios de rango mayor en el infierno pero un humano, común y corriente, derrotaba toda su destreza e intelecto ¿Qué era lo que tenía él de especial? Magia, sí, debía ser eso.

—No malinterpretes que te cite aquí, dónde las parejitas vienen a…hacer sus cosas o a confesarse —fue lo primero que dijo, como si fuera una maestra del mensaje indescifrable— siento cómo te trate antes pero hay algo que me hizo tener un cambio de corazón y estoy interesada en relacionarme contigo.

Carlos solo alzó una ceja, entre confundido y divertido.

—Y no de esa manera —especificó con cierto toque de molestia— lo que quería decir es que quiero dejarte entrar a mi mundo, quiero enseñarte cosas que no podrías aprender con ningún otra persona y empezaré por esto.

Ella se descolgó del cuello un pequeño emblema que traía el símbolo para invocar a Decarabia, no le era de mucha utilidad pues era redundante con sus habilidades naturales aunque era divertido parte del efecto que tenía.

—Con esto podrás hacer trato con un demonio —explicó—No de esos que se llevan tu alma, de hecho este demonio se comporta más cómo un animal pero es el más amigable que te puedas imaginar, es divertido y curioso.

—Hablas de ellos cómo si fueran tus familiares, supongo que lo son —Carlos se puso a pensar seriamente— supongo que pasas más tiempo con ellos que con humanos ¿no?

—Si —respondió ella—. Los humanos no serán algo con lo que me pueda relacionar pronto, tengo que aprender a controlarme mejor y si no fuera por Dantalian… —se detuvo, estaba por contar cosas que él no entendería.

—Otro demonio, supongo —Carlos examino con cuidado el emblema que ella le había dado, parecía hecho a mano con pincel fino— y esto supongo que me lo tengo que poner ¿no?

—¿No estás asustado?—preguntó Dalia

—Confío en ti —él se lo puso
Ella le dio instrucciones para invocar al demonio del que le había entregado un amuleto.

—Estrella de cinco puntas, ser de todos los entes voladores y de los corazones de los humanos…—Carlos se detuvo— ¿No podría apuntarlo y leerlo?

Dalia movió con severidad la cabeza de lado a lado.

—En realidad el encantamiento no importa, más allá de que le guste a quien sea que quieras invocar y por eso debes de hacer algo adecuado a ella —Dalia cometió un error— bueno, los demonios son asexuados pero a Decarabia siempre la he considerado una chica — admitió del color de un jitomate.

“Así que si le importa al menos un poco la sexualidad de las cosas” pensó Carlos, rompiendo la imagen de Dalia la totalmente gris.

—Veamos, esto tiene pentagramas, cosas que vuelan y sentimientos —comenzó a razonar Carlos.

—Me tomo mucho tiempo lograr conseguir esos versos, no creo que puedas simplemente inventarte otro en unos minutos —explicó Dalia pero Carlos no le escucho.

—Aves arcanas, denme la capacidad de volar y ver dentro del corazón de quienes me rodean —Carlos comenzó a sentir como la energía se arremolinaba a su alrededor— Decarabia.

Un destello y una copia perfecta del círculo apareció en el suelo mientras que el viento se agitaba solo cerca de donde estaban la joven bruja y su aprendiz.

“Claro, él es humano, no necesita mis tonterías” pensó Dalia para sí comparando la facilidad con que la invoco comparado con sus preparativos y encantamiento.

—¿Ahora? —preguntó Carlos algo alarmado.

—intenta escucharla —Dalia ya no intentaba corregir su nominación sexuada para un demonio—pídele que te muestre algo.

Carlos se concentró y escucho, algo que se escuchaba como el trinar de un pájaro llego a sus oídos aunque no había pájaros cerca.

—Decarabia —llamó y hubo otro destello, de la nada vinieron volando centenares de aves y comenzaron a girar en torno a Carlos—¿Podrías mostrarme, por favor, algo que puedas hacer por mi?

Las aves se esparcieron pero dieron lugar a otro tipo de aves, casi fantasmales, que solo podían verse volando sobre una persona en específico.

—Vaya, veo fantasmas de pájaros —dijo Carlos emocionado.

—No lo son —discutió Dalia— son la traducción de Decarabia del corazón de las personas. Dependiendo de que ave veas, puedes darte una idea de como es esa persona.
—Ya veo —Carlos no dejo de estar emocionado con eso.

—Igual puedes controlar aves reales e incluso ver el mundo por sus ojos, aunque eso sería algo problemático de mostrar ahorita —Dalia se sacudió la ropa de las plumas que habían quedado atrapadas— sería buena hora para marcharnos. Sirve que puedes ver el mundo a través de los ojos de un brujo.

“Y de los míos” completó para sí.

—¡Si, maestra! —Carlos se inclinó levemente, como si estuviera estudiando artes marciales y avanzó rápidamente para colocarse a su lado.

—Solo una advertencia, intenta tocar lo menos posible los fantasmas de aves —Dalia comenzó a golpearse con un dedo el costado de la boca, pensativa— A la mayoría de las personas les causaría un dolor increíble el que hagas eso sin cuidado, el alma de alguien, sin importar con que forma la veas, es especial y solo muy pocos elegidos pueden coger el alma de alguien sin lastimarlos aunque en algunos casos… —dejo de hablar súbitamente.

—¿En algunos casos? —preguntó Carlos con curiosidad.

—No lo entiendo realmente, pero se dice que si la persona elegida toca tu alma, será como una caricia —turbó momentáneamente su mirada intentando descifrar ese misterio.

—Al menos significa que no le dolerá —Carlos se encogió de hombros y siguió caminando.

—¿Alguna duda? —preguntó Dalia preparándose para la inevitable pregunta: “¿Por qué no veo ningún ave contigo?”

—¿Cómo lo apago? —la metáfora de apagar de Carlos estaba errónea pero prefirió no entrar en tecnicismos.

—Pídelo a Decarabia o dile que lo liberas del trabajo de hoy y llámalo más tarde aunque un hombre activo como tú no tendría problemas manteniéndolo indefinidamente sin agotarte.

—Así que gastan batería —preguntó Carlos.

—¿Qué obsesión con pensarlo como un aparato? —discutió Dalia— Es más como un instinto, una habilidad mental y sensorial a la que estás privilegiado.

—Oh —fue lo único que dijo Carlos.

—Bueno, suficiente, esta es mi…—se detuvo un poco cuando llegó a abrir la puerta y considero que había algo incongruente en esa situación.

La bruja se giró preocupada y vio a Carlos con su tonta sonrisa recargado en la pared, mirándola con extrañeza y después vio que estaban a las puertas de su casa ¿Cómo se habían desplazado ahí tan rápido? Y más importante ¿Por qué ese sujeto seguía siguiéndola?

—¿Casa equivocada? —preguntó Carlos algo divertido.

—Para ti ¿Por qué me seguiste hasta mi casa? —Dalia volvió a ser ligeramente mordaz.

—Me pareció lo correcto —se excusó Carlos.

—No era necesario —y cerró la puerta tras de sí y corrió al segundo piso, invocando ágilmente a Dantalian y que sus reservas se fueran al diablo, era una emergencia.

—¡Estoy en problemas! —le dijo agitada a un Dantalian que aún no copiaba ningún cuerpo.

—¿Por qué? —preguntó el demonio algo extrañado.

—¡Sabe dónde vivo! —exclamó ella.

Dantalian solo rio.

—Linda, los humanos de ésta época no intentarán hacer lo que hicieron antes, no hay problema que un muchacho o dos sepas dónde vives y de hecho mi análisis sobre el mencionado “sabe dónde vivo” es que tú le dijiste voluntariamente a él, sino directamente, dónde encontrarte— Dantalian, como siempre, se divertía molestando un poco a su invocadora.

—Que descuidada fui —Dalia se cruzó de brazos y frunció el seño— iré a tomar un baño.

Carlos, por su parte, encontró un ave fantasma moribunda, un pequeño pajarito que parecía haber caído del nido y que estaba inmóvil.

—¿A quién perteneces tú? —le preguntó mientras se agachaba a verlo.

—Dalia —le susurró Decarabia.

—Así que así es realmente ella ¿eh? Frágil y débil —suspiró un poco considerando que hacer, si le ayudaba a llegar a la ventana abierta que había en la casa lograría alcanzar a su dueña pero probablemente le infringiría dolor.

—Decarabia ¿Es peor un momento de dolor o quedarse sin alma? —preguntó para decidir su curso de acción.

—Sin alma —respondió la voz sin cuerpo en su cabeza.

—Eso pensé —y cogió el ave entre sus dos manos, arrojándola suavemente, invitándola a volar, para que llegara a la ventana abierta en la casa de Dalia.

Mientras eso ocurría se escuchó un grito ahogado desde el baño y Dantalian encontró a Dalia desnuda, sentada en el suelo y abrazándose con sus propios brazos y con una cara perturbada.

—Si te preguntas que ocurrió, vi a tu ave entrar por la ventana hace unos segundos —Dantalian se veía preocupado.
Los ojos de Dalia se abrieron como platos, eso no era posible, era imposible que ella tuviera un ave, las personas como ella no debían tener un alma.

—Si, señorita después de tantos años de tener sentimientos, era normal que creciera un alma en ti ¿Qué querías estar vacía por siempre? —regañó Dantalian— aunque sentir dolor del alma en cuanto la consigues debe ser terrible.

Dalia movió la cabeza a ambos.

—No fue dolor —explicó— fue como si…como si acariciaran todo mi cuerpo y toda esa electricidad recorriera mi cuerpo al mismo tiempo. Solo grité porque me sorprendió.

Dantalian no pudo contenerse más, cogió uno de los cabellos del suelo, que eran de su protegida, y se transformo en una copia perfecta de ella, ambas desnudas.

—Ya veo —dijo mientras se frotaba la barbilla la falsa Dalia, la única forma de distinguirlas era la cara de sabiduría de Dantalian— esto que te perturba querida…

Dantalian avanzó hacía ella y la derribo, se colocó sobre ella y puso ambas manos sobre su pecho a la altura del corazón.

—…Es que estás enamorada —concluyó.

—¿Para anunciar eso necesitabas ponerte encima de mi? —preguntó la hechicera, jadeante aún por la sorpresa que se llevó.

—entre más contacto tenga con la persona… —dijo Dantalian.

—….Más adentro de sus pensamientos puedo entrar… —continuó Dalia.

—…A un lugar tan profundo que ni la misma persona lo sabe —concluyó.

1 comentario:

  1. "¿Qué obsesión con pensarlo como un aparato?" jajajajajaja!! me atrapaste,xDD

    En definitiva, estoy enamorada de esta historia, sigue así, espero ver más!

    En cuanto a alguna crítica...creo que nada por el momento, jojo.

    Nabile.

    Pd: Esto me puso de buenas,xD.

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